Hoy digo que esa página web me gusta menos





















El caso del Centro Cultural Perelló
Ruidos y obstáculos 
en la comunicación virtual

Clodomiro Moquete

Tengo que pedir disculpas a Ismael Díaz Melo. Cuando en setiembre del año pasado, previo a la inauguración del Centro, fue celebrado un encuentro para periodistas, estuve entre los invitados. Fue una jornada agradable que sirvió para cosas varias. Conocer antes que el público en general y primero que las autoridades nacionales -que irían después, a la inauguración-, las hermosas e impresionantes instalaciones del Centro Cultural Perelló. Hubo algo en común: el criterio de que la familia Perelló había elegido acertadamente a quien fue seleccionado como director del centro, el banilejo Ismael Díaz Melo. El amigo Díaz Melo es una de esas personalidades que cae bien, esa vez a quienes lo conocían de antes y a quienes lo conocimos entonces.

Me acerqué a saludarlo. Le dije mi nombre, muy orondo, y que era el director de la Agenda Cultural Diaria. No lo había conocido personalmente. Le iba a solicitar su correo electrónico para enviarle diariamente un «link» para que entrara a la Agenda, pero no me dejó terminar. Me dijo que ya estaba recibiendo la Agenda. Me sucede con mucha gente. Cada día mucho más de diez mil personalidades reciben en el país un aviso por correo para que accedan a la Agenda Cultural. Es un motivo que me convierte, realmente, en un ser feliz, «aunque no tenga permiso». En medio de toda la ñeca que vivo esta conexión con el «internauta» me convierte en un ser subversivo, incendiario, y me confirma en mi convicción de legítimo cimarrón. Vide hace poco un rostro hermosísimo de mujer dominicana, mulata..., ¡ay!, que me dijo que me conocía, que leía todos los días la Agenda Cultural. ¿Se puede pedir más?

¿Sirve todo el párrafo anterior para rendir disculpas al Centro Cultural Perelló por unas críticas destempladas que hice hace varios días a su sistema de comunicación con los medios, con el público? Claro que no. Pero en algún sitio tenía que dejar dicho que esa muchacha hermosísima, dominicana, mulata, que me dijo que leía todos los días la Agenda Cultural, aceptó además ir conmigo al cine o al teatro, a ver cine dominicano, teatro dominicano, aunque sé que masinunca me saldrá algo con ella pues la diva tiene 19 años y yo he contado 65... Alguien debe tener la culpa de mi vejez y si me pecho con ese alguien...

Atiende lo de la página web y la imagen del Centro Cultural Perelló. Admito aquí que después que me volqué en una crítica acerba he descubierto bondades que no había sido capaz de descubrir en dicha página web. Este fue el título de mi artículo: «El Centro Cultural Perelló está envuelto en la trampa de una pobre imagen pública». Eso fue el miércoles de la semana pasada. Siempre he entrado a dicha página, http://www.ccp.org.do/ y cuando trataba de encontrar las actividades del día lo que encontraba era una línea, «conferencia sobre tal tema», «película con María Montez»... El viernes, entré en la página y me puse a rebuscar, y resulta que rebuscando encontré detalles de las actividades de ese día, que era de lo que me había quejado, que no se ofrecían detalles. Entonces decidí pedir disculpas por mi crítica anterior, que abundaba en criterios.

Resulta y viene a ser que después que había decidido pedir disculpas, como las he solicitado ya, hoy sostengo criterios acerca de la pobreza en la comunicación con los medios y con el público en general a través de dicha página web del Centro Cultural Perelló. Llego más lejos. En dicho artículo elogiaba la dicha página y hoy digo que ahora me gusta menos. Para encontrar algo, una información necesaria, hay que rebuscar. Si a usted le van a dar un plato de comida, entrégueselo en una bandeja, pero no lo ponga a rebuscar en vericuetos, en curvas con poca visibilidad o en la alacena de la cocina enredao con otros objetos.

Advierto que este es un tema que continuará. Ojalá que se me entienda. Si estoy equivocado lo mejor es que me lo echen en cara. Ojalá que se me entienda porque mi propósito no es molestar, aunque estoy absolutamente seguro que en el Centro Cultural Perelló hay gente que tiene que estar molesta ya, y continuará molestándose. Necesariamente tengo que continuar el tema en las próximas ediciones de la Agenda Cultural.

Dije y digo que una de las deficiencias de las relaciones públicas del Centro Cultural Perelló es que la entidad no tiene un director o encargado de relaciones públicas que trabaje con la programación mensual, y como la programación mensual se coloca en la página web y como no hay un comunicador capacitado que la maneje entonces hay deficiencia y hay problema.

Tal problema es más grave de lo que mucha gente se pueda imaginar. Allegados a la revista Vetas y a la Agenda Cultural, y a mi labor en esos medios, saben que hace años que vengo recabando datos sobre el tema de la tecnocracia en la comunicación, tema amplio, complejo, difícil. Espero publicar un libro sobre ello. Mientras tanto este año di un paso. Durante la Feria Internacional del Libro dicté una conferencia que titulé como titularía ese próximo libro: «Ruidos y obstáculos en la comunicación virtual».

Espero que Ismael Díaz Melo y los demás ejecutivos del Centro Cultural Perelló entiendan que no quiero molestar, que hay un problema de comunicación entre ellos y la Agenda Cultural como medio que no quiere más que informar. Que se entienda que tengo derecho a exponer mi criterio, a expresar mi inconformidad, a ser crítico. Tengo que demostrar, en los próximos días, que el Centro Cultural Perelló está envuelto en la trampa de una pobre imagen pública.

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