Convirtió la institución en un archivo modelo que trasciende el ámbito nacional

Roberto Cassá





















Archivo General de la Nación
preserva y difunde 
la memoria del pueblo dominicano

Ese equipo dirigido por Raymundo González, Rolando Tabar, Ángel Hernández, Aquiles Castro y otros funcionarios, limpiaron y acondicionaron los documentos y depósitos, inventariaron los fondos documentales y tomaron las medidas para detener la extinción del AGN

Alejandro Paulino Ramos
Subdirfector del AGN

En la Feria Nacional del Libro 2001, el historiador Jaime de Jesús Domínguez fue presentado por los organizadores de la misma, para que disertara sobre lo que estaba aconteciendo en el Archivo General de la Nación. Tituló su conferencia «Hacia la extinción del Archivo General de la Nación». El cuadro que presentaba el AGN en aquel momento era desolador y alarmante, como se puede comprobar al leer el texto publicado en Coloquios 2001, publicación oficial de la Feria del Libro, y que me permito resumir:

Los empleados hacían grandes esfuerzos para encontrar los temas solicitados debido no tan solo a la gran cantidad de documentos que allí se encuentran, sino también a la desorganización existente. Millones de documentos en vía de destrucción por las polillas, humedad y la falta de medidas adecuadas de preservación. Escasos sueldos de los empleados, falta de recursos económicos; no se digitalizaban los fondos ni empleaban curadores para limpiar y acondicionar los documentos; inexistencia de un personal especializados en técnicas archivísticas, falta de seguridad para evitar el robo y la destrucción de los documentos, sin política de conservación y restauración para preservar las colecciones y, como escribió el doctor Jaime Domínguez, «no tiene aún ni una sola computadora, y no se satisfacen otras necesidades perentorias».

Además, explicaba Domínguez en su conferencia, el Archivo dejó de publicar su boletín, abandonó la publicación de libros (desde 1959 no se había publicado uno), las instituciones estatales no enviaban sus documentos al AGN, los depósitos para conservarlos fueron ocupados por oficinas públicas diversas, sin relación con las tareas del Archivo, y no existía una legislación moderna que definiera y orientada todo lo relativo al AGN.

Recordaba el historiador Domínguez las denuncias hechas por los historiadores y la Academia Dominicana de la Historia y concluía haciendo un llamado a actuar con urgencia porque era mucho lo que estaba en juego y era “demasiado importante para permanecer en la inactividad y la indiferencia”.

A finales del 2004 la situación comenzó a cambiar cuando el presidente Leonel Fernández  nombró para dirigir al AGN al doctor Roberto Cassá, quien rodeado de un equipo de intelectuales e  historiadores, logró detener el deterioro y convirtió la institución en un archivo modelo que trasciende el ámbito nacional.

Para eso fue necesario que la Presidencia de la República comenzara a asignar los fondos necesarios para apoyar las acciones planificadas por el equipo de Dirección y contenidas en el Plan trienal 2005-2008 y en el 2009-2012, que eran ejecutados a través de los Planes Operativos Anuales (POA), resultados de una labor de conjunto, discusiones, evaluaciones, correcciones y un trabajo tesonero que descansa en un personal formado por jóvenes, que en el proceso de ocho años se han convertido, a base de mucho esfuerzo, estudios, y dedicación en verdadero archiveros.

Ese equipo dirigido por Raymundo González, Rolando Tabar, Ángel Hernández, Aquiles Castro y otros funcionarios, limpiaron y acondicionaron los documentos y depósitos, inventariaron los fondos documentales y tomaron las medidas para detener la extinción del AGN. Se adquirieron escáneres especiales para la digitalización de millones de documentos y se instaló un sofisticado sistema de seguridad contra incendio y de vigilancia; fueron adquiridas modernas estanterías y  compraron servidores para el almacenamiento y gestión informática de la documentación, posibilitando que los usuarios puedan acceder a los fondos vía Internet.

El AGN estableció vínculos con archivos, instituciones y especialistas de América y Europa, logrando el apoyo del Ministerio de Cultura de España y de los archivos nacionales de Cuba y Puerto Rico y se trajeron al país de los mejores archiveros de esos países para asesorar y formal el personal a través de cursos, diplomados y maestría en archivística, en conservación y restauración de documentos; ayudando además, a la reorganización de la estructura del AGN.

En un período de meses se discutió en todas las instancias del AGN la nueva Ley General de Archivos, la que fue aprobada en 2008, y contempló por primera vez la necesidad de crear archivos regionales que, junto a los archivos de las instituciones y los privados, pasaran a formar parte del Sistema Nacional de Archivos.

El proceso ha sido largo pero sustancioso; hoy podemos decir que hemos resuelto todos los problemas planteado por el doctor Jaime Domínguez en su conferencia dictada en la Feria del Libro en el 2001: contamos con más de veinte kilómetros de documentos, un archivo intermedio instalado en un gran edificio en la zona de Haina, digitalizados y puestos al servicio de los usuarios toda la documentación desde el siglo XVII hasta la dictadura de Trujillo. La biblioteca se enriqueció con más de 30 mil títulos de libros dominicanos, se digitalizaron las más importantes revistas dominicanas y las colecciones de periódicos desde 1845 hasta el 2010, incluyendo La Nación, El Caribe, La Información y el Listín Diario, este último en proceso de digitalización.

Los especialistas del área de Investigación han podido establecer un archivo de voces, en el que se recoge una parte importante de la historia dominicana contemporánea; cada dos años se celebran los Encuentros Nacionales de Archivos y contamos con una página web con la que los usuarios pueden utilizar la documentación a través de la plataforma Albalá; fue modernizada la Sala de Atención al Usuario con escáneres especiales y computadoras conectadas a los servidores del Data Centro para facilitar la utilización de la documentación y se logró la sistematización de los instrumentos de búsqueda  para satisfacer las referencias.

Fue creado el Departamento de Conservación y Restauración, asesorado por técnicos italianos, españoles y cubanos. Se construyó un edificio anexo de tres plantas y un sótano y se imprimieron, además del Boletín del AGN cada tres meses, 175 títulos de libros de historia y temas sociales de la República Dominicana y América Latina.

Conferencias con temas históricos y culturales son dictadas cada mes, para lo cual fue inaugurada una sala de conferencia moderna y se han  organizado más de 20 exposiciones de temas históricos, artísticos y culturales logrando establecer vínculos con la comunidad de usuarios del AGN y la población en general, fortalecidos a través de los programas de radio “La Voz del Archivo General de la Nación” y “Una Peña con la Historia”, para lo cual se cuenta con un estudio y equipos apropiados para las grabaciones de los programas. Recientemente quedó inaugurada una sala museográfica en la que se explica a los estudiantes el valor y la relación de los fondos documentales que posee el AGN con la historia nacional.

Quedan muchos temas, que por lo limitado de este espacio no pueden ser abordados, pero que están contenidos en la Memoria de Gestión y Resultados 2004-2014, la que invitamos a leer tanto en la Internet como en la edición impresa.

De seguro que las nuevas autoridades del AGN deberán propiciar el mantenimiento de lo logrado e impulsar nuevas tareas, planes y estrategias para que podamos seguir contando con uno de los archivos más modernos de América Latina, y para que el historiador Jaime Domínguez no tenga que preocuparse, pensando que el Archivo General de la Nación  pueda retrotraerse y volver a encontrarse en proceso de extinción como lo estaba antes del 2004.

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