Según Freud toda ansiedad es falta de sexo






El cajón del sastre

Cuento

Fernando Ureña Rib


- Lleva usted la corbata torcida, don Raúl.
- Menos mal que no es la cabeza. ¿Torcida hacia el lado derecho o al izquierdo?
- Da igual. Mírese al espejo.
- En el espejo todo se ve al revés, Arístides.
- Lo que parece estar al revés es el mundo.
- Entonces mi corbata está torcida de los dos lados.
- ¿Le aprieta este botón?
- Sí.
- Usted ha aumentado de peso.
- En esta crisis me ha dado por comer y beber. Es ansiedad.
- Según Freud toda ansiedad es falta de sexo.
- ¿Qué puede saber un sastre sobre Freud?
- Sé más de sexo que de Freud.
- Usted puede saber más de Freud que de sexo.
- ¿Por qué?
- Para Freud toda conducta humana es sexual: Ajustarse el cinturón, la corbata o el sombrero; brillarse los zapatos, comprarse un auto, fumarse un habano.
- Exageraba el Freud.
- Los hombres venimos aquí a vestirnos bien, a hacernos atractivos. ¿Para qué? Para conquistar la mujer con la que siempre soñamos.
- Pues aquí, en este probador se recogen los ecos de todo lo que dicen esos hombres. ¿Está ajustada la pretina?
- Lo está.
- Las solapas, el ojal y las hombreras se ven bien.
- ¿De qué hablan los que vienen?
- No hay tema que no se toque.
- Arístides, dudo que usted entienda lo que dicen esos políticos, senadores, ejecutivos, generales, doctores, curas, banqueros y todos los que se pasean orondos en esta sala.
- Vienen aquí para que yo los oiga. Es para ellos como ir al barbero.
- ¿Guarda en un baúl los secretos que le confiesan?
- Hasta el cardenal se confiesa conmigo. ¡Las cosas que dice cuando le ajusto la presilla, la faja y la sotana! Soy yo quien le hace su birrete y su copón. Soy yo quien le escucha.
- Hablar con el cardenal no le hace teólogo, Arístides, como hablar con el banquero no le hará rico.
- .Cada quien dice lo suyo. Cada uno dice su verdad. Yo escucho.
- ¿Diálogo de sordos?
- Diálogo entre caballeros, que se interrumpe y recomienza con cada nuevo traje. Vienen de todas las religiones, ideologías y tendencias. Yo les escucho. Vienen a hablar conmigo. Les hace bien.
- Entonces este probador es el verdadero cajón del sastre.
- Lo es, don Raúl. Los sastres tiramos al cajón recortes y retazos, restos. Es muy difícil hacer con esa chirlata traje alguno.
- Pues así está el país, querido Arístides. Parchos deshilachados y mal pegados que no alcanzan a entender lo que es la patria en su conjunto.
- Y así está su corbata, don Raúl. Vieja y retorcida. Si me lo permite le consigo una nueva y echamos esta al cajón.

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