Se tumbaba desnuda sobre el sofá y al poco rato se dormía...


Fernando Ureña Rib
















Las Modelos
II
Roberta
Cuento

Fernando Ureña Rib

A Roberta la  descubrí en una discoteca de Montreal llamada Business. La música sacudía las paredes de la noche y su espigada silueta se apoyaba precariamente sobre una columna tambaleante. Llevaba el pelo muy corto, de un rojo estridente y la línea de sus hombros desnudos terminaba en la nuca, afeitada hasta el occipital.  Me acerqué y le dije que le ofrecería un trago, aunque me parecía que ya había bebido bastante. No, solo estoy muy cansada, me dijo. Y allí, reclinada sobre esa columna me contó su historia.

Su sueño de niña era ser modelo, pero sus padres se oponían furiosamente. Cuando, siendo aún adolescente, logró posar para una revista de modas, sus padres –muy religiosos- la expulsaron de su casa, en las praderas de Alberta. Pasó mil penurias y logró entrar en una de las agencias de modelaje en Montreal. Ahora su rostro adornaba la portada de muchas revistas. Sin gran esfuerzo logré que viniera a posar en mi taller.

Mi estudio estaba en la Rue Ste. Catherine y había sido en otra época una factoría de abrigos de piel.  Ella llegaba, siempre cansada y con retraso. Se tumbaba desnuda sobre el sofá y al poco rato se dormía profundamente, lo cual me permitía estudiar la anatomía de sus rasgos.  Sus pronunciadas clavículas, su esternón, sus caderas de huesos afilados. Cuando despertaba le pedía que me contara sus sueños. En ellos, Roberta se veía a sí misma cabalgando desnuda sobre caballos veloces por las llanuras de Alberta.

Yo aprovechaba el relato de sus sueños para pintar con ellos fondos con caballos que surcaban cielos urgentes. Uno de esos cuadros lo compró (y lo pagó muy bien) el Banco de Reservas y se exhibe actualmente en lo alto del área de caja de la Torre Banreservas de Santo Domingo.  Los otros cuadros que pinté con Roberta  se vendieron todos y me apena no conservar hoy ni siquiera una de aquellas imágenes impregnadas de sueños y deseos de libertad.

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