...aunque no sabían rugir su silencio era de ratas...


















La visita de Tarzán
Décimas

Por Gabriel Moquete

Un día Tarzán, muy feliz
sus vacaciones tomó,
nuestro país eligió
para pasarlas aquí.
Dejó su selva, y allí
quedaron sus camaradas,
fieras por él amansadas
que vivían en amistad,
fieras que allí en su habitad
vivían por él dominadas.

Pero cuando aquí llegó
y salió a dar sus paseos
pasó momentos muy feos
con las fieras que encontró.
Los leones que aquí halló
solo tenían dos patas,
usaban saco y corbatas,
sabían leer y escribir
y aunque no sabían rugir
su silencio era de ratas.

En sitios de diversiones
a Tarzán casi lo encueran,
que allí los tigre eran,
más que tigres, «tiguerones».
De sus cortos pantalones
le sacaron la cartera,
lo agarraron en la acera
entre dos o tres «palomos»
y en el lugar hizo asomo
un gato con guayabera.

Cuando Tarzán se dio cuenta
del «tigueraje» de aquí
volvió a su selva, que allí,
la vida es menos violenta.
Allí el palomo no inventa
más que estar con su paloma,
el mono con su maroma
a Tarzán hace reír,
y al león hace rendir
cuando bravucón se asoma.

Aquí las fieras son fieras,
tigres, panteras, leones,
con camisa y pantalones,
¡y a la moda, de primera!
Si Tarzán aquí volviera
lo haría con un edecán,
y mis consejos serán
que como aquí hay mucho dolo,
nunca intente volver solo,
¡que se traiga a Supermán!

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