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La información como sinónimo de libertad
CLODOMIRO MOQUETE
A propósito de mi comentario de anteayer lunes, «Un página web maravillosa, linda, preciosa, mediocre, limitada», en relación al VII Festival Internacional de Teatro Santo Domingo 2011, haré nota sobre inquietudes, preguntas que me ha hecho alguna gente.
Me preguntaron que «en qué quedé» con el técnico que entendía que mi ordenador que en 1993 adquirí y que él instaló «tenía que tener» una clave para poder manipularlo. Quedamos en que el ‘ñame’ puso la clave o candado. Cuando le pagué por su servicio me dijo que la pc tenía una clave que él impuso («moquete», mi apellido, era), pues lo entendía obligatorio, dijo. Como yo no sabía, ni sé mucho todavía, bregar con ese artefacto tuve que contratar a otro técnico, explicarle a éste que las computadoras se podían usar sin clave y pagarle para que la dejara en libertad. Tan sencillo como que aquella máquina iba a ser utilizada por varias personas en distintos horarios y no necesitaba ninguna combinación, cual abracadabra, sencillamente se encendía y uno comenzaba a trabajar. ¿Usted ha visto al Diablo?
La conducta adquirida, originada en la norma de la clave, que inicialmente fue obligatoria, tiene presos por la «Guardie’Mon» a muchos técnicos y diseñadores que están condicionados para colocar obstáculos al acceso a la información. Todavía cuando llamé a Romina Bayo al Ministerio de Cultura para quejarme de que los textos y algunas gráficas no se podían editar, me dijo que había que instalar alguna seguridad sobre información expuesta. Falso, querida Romina. Falso. Al menos en la web http://www.fitesantodomingo.com/ no había contenido alguno que necesitara estar preso, congelado, inhabilitado.
Debo decir que en el Ministerio de Cultura hay una serie de funcionarios que son muy eficientes y que están prestando una excelente labor. No haré una lista porque no es el caso pero para los fines de orientar este trabajo y desmentir a los que imponen trabas mencionaré el nombre de Enegildo Peña, un comunicador que ha resultado excelente como gerente del Viceministerio de Cultura para la Región Norte, con asiento en Santiago. Merece un comentario aparte y lo prometo. En una ocasión le solicité que me remitiera en el programa Word los textos que en la programación mensual organiza religiosamente. Fue tan sencillo que a partir de ese mes la programación continúa editándose en los programas propios del diseño necesario, pero se incluye, invariablemente, la versión en dicho programa Word.
Todos los funcionarios que deben preparar programación mensual y otros documentos que conllevan diseño gráfico someten al diseñador los textos en Word. Es tan útil y sencillo guardar una copia en Word y enviarla adosada a los documentos diseñados en otros programas. Eso facilita el programa en los medios de comunicación, eso permite un mejor resultado de la labor de las distintas dependencias. No es posible que no se pueda entender. Todos los textos de la web del Festival Internacional de Teatro debieron sumarse a dicha web en Word o en un programa manejable. La información, en un mundo cada vez más abierto y democrático, debe ser fluida. Por eso hay una Ley de Acceso a la Información Pública. Hay que borrar la conducta del no acceso, de la negación, del obstáculo. No puede llamarse información a la que no es asequible. Eso tiene otro nombre. Voy a insistir en este tema. La información, donde quiera que esté incluida o recluida, debe ser liberada, debe ser asequible para cualquier ciudadano que la requiera. La información tiene un sinónimo indiscutible: libertad.