:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::























Un página web maravillosa, linda, preciosa, mediocre, limitada

CLODOMIRO MOQUETE

Dos aspectos fundamentales es necesario comentar del VII Festival Internacional de Teatro Santo Domingo 2011, relativo, uno, al diseño del programa, y el otro al crédito de los artistas que participaron en esos espectáculos maratónicos, necesarios e importantes tan generosamente ofrecidos a la población.

UNO. El diseñador del programa para consumo del público con procedimientos tecnológicos, a través de una página web, es un subalterno, a menos que sea un especialista particularmente dotado.

El diccionario «WordReference.com, Diccionario de la lengua española», define la voz subalterno,na como «inferior, que está bajo las órdenes de otra persona». El diccionario de la Real Academia de la Lengua española dice de subalterno, en su tercera acepción, que es un «empleado de categoría inferior».

La página web del VII Festival Internacional de Teatro Santo Domingo 2011, http://www.fitesantodomingo.com/, resultó un instrumento de bajo nivel informativo, con muchos señuelos laberínticos en el uso de las imágenes y recursos técnicos ágiles. Carecía de contenidos fundamentales que aparentemente no les fueron suministrados a los diseñadores por sus superiores, de manera que en ese caso esos subalternos no fueron culpables. Veremos detalles más adelante.

Me voy a permitir contar una anécdota. En 1993 adquirí un ordenador y me vi precisado a buscar los servicios de un técnico para instalar el equipo, programas, etcétera. Después que el individuo hizo todo lo que le requería, para concluir su trabajo me preguntó que cuál sería la clave para poder acceder al aparato, es decir, para después del encendido que pudiera manejarlo según mi propósito. Le respondí que no tendría clave. No diría que se sorprendió, que mi respuesta fue asombrosa para él, más que eso, quedó ofendido, me dijo que yo lo estaba insultando y que no podía creer que yo fuera tan ignorante, de modo que yo quedé igualito de sorprendido, de asombrado, de ofendido e insultado.

Una norma obligatoria desde que se inició el uso de internet fue colocar en el sistema un impedimento para que quien no estuviera autorizado no pudiera acceder al aparato, la palabra «aparato» como la define alguien por ahí: «Instrumento o mecanismo que tiene una función determinada». La razón de aquella norma obligatoria era que internet, como mecanismo de proceso y guarda de información, estuvo diseñado originalmente para uso militar, gubernamental y empresarial, y tenía que ser una norma de seguridad militar, gubernamental y empresarial con acceso solamente de personal autorizado. Lógico.

Aquella norma continúa siendo una norma, mucho más generalizada no sólo por seguridad sino por otras necesidades, como la privacidad. A su pc, en su casa u oficina, usted le pone una clave para que no pueda acceder a ella quien no esté autorizado. Lógico.

¿Cómo se llama el proceso en que una norma deviene en conducta? ¡Ah! Es igual que cuando la tecnología se convierte en tecnocracia. Aquí una definición de tecnocracia: «Sistema político que defiende el predominio de los técnicos o de los criterios técnicos en el ejercicio del poder». La academia, donde el atraso muchas veces es inferior al avance, no ha podido formar, en calidad ni en cantidad, al gerente superior en comunicación social que además de autorizado imponga en la nomenclatura y en el ejercicio empresarial y gubernamental su carácter imprescindible.

DOS. Los jóvenes especialistas que diseñaron una «maravillosa» página web para el VII Festival Internacional de Teatro Santo Domingo 2011 no pudieron ser dirigidos, conducidos, por un gerente en comunicación que lograra los objetivos que debía tener el Ministerio de Cultura. Un gerente que se reuniera antes de iniciar los trabajos con el señor Ministro de Cultura, don José Rafael Lantigua, con la Directora General de Festivales Nacionales e Internacionales de Teatro, doña Karina Noble, y con la Directora de Comunicación, doña Romina Bayo. A ese nivel era que se debía elaborar la política para el diseño de una página web del Festival. Pero los jóvenes especialistas hicieron la página linda y maravillosa que ellos saben hacer, no la página práctica para dos públicos fundamentales del Festival, el público que son los medios de comunicación, en primer lugar, y el público amante del teatro, a nivel general. En la página web se impuso la conducta de la seguridad propia del origen militar y empresarial de internet. Se utilizó un programa que imponía barrera para los no «especialistas» de manera que en los medios de comunicación, en sentido general no se podían editar sin dificultad los textos de la página web y por eso el manejo de la información de contenido del Festival fue mediocre en los medios de comunicación.

En el caso de la Agenda Cultural llamé por teléfono a Romina Bayo para quejarme de que yo no podía, por falta de tiempo, digitalizar los textos contenidos en la página web. Me recomendó que buscara los contenidos por medio de Facebook, que allí, además de que se actualizaba la información, se podía acceder a un programa que permitía más fácil copiar para editar. No fue posible. Durante todo el festival tuve que colocar una nota para los internautas, avisándoles que si querían informarse sobre el festival que entraran ellos directamente a la dichosa página web.

Hay otra deficiencia, no menos lamentable del Festival Internacional de Teatro que concluyó ayer. La no acreditación de la generalidad de los artistas y el personal especializado de las compañías de teatro nacionales y extranjeras que tenían presentaciones. En casi todos los casos se citó al director de la obra pero en muchos casos no se informó quién era el autor y los nombres de los protagonistas, de modo que en Santo Domingo estuvieron artistas de calidad y prestigio mundial pero no se informó al público que esos artistas estaban aquí y actuaban en determinada obra.

Esta es una práctica común en el teatro dominicano. He sido maltratado de palabras, soy odiado y rechazado por ciertos ejecutivos de centros teatrales a quienes he exigido que se suministre los nombres del director, del autor, de los artistas que forman el elenco, de los especialistas que dan servicios fundamentales como luminotécnicos, musicalizadores, y otros. Esa es información que regularmente no se suministra en importantes teatros, además de que envían la información congelada en programas que no pueden ser editados. Y no sólo en teatro sino además otras propuestas artísticas y culturales. Remiten la información en un programa congelado que no se puede editar.

En el país hay dos centros culturales que son ejemplo de respeto a los medios de comunicación y al público en general, cuales son el Centro Cultural Eduardo León Jimenes, de Santiago, y la Fundación Global Democracia y Desarrollo, Funglode, de Santo Domingo. En las páginas webs de esos centros se coloca la información monda y lironda y usted entra, lee, copia, edita.

Que todo lo que te coartan los jóvenes especialistas que hacen una web maravillosa, linda, preciosa, mediocre, limitada; todo lo que te coartan, digo, es la libertad.

Entradas populares