El silencio es una extraña sombra infinita





















Viaje


Fernando Urena Rib

Los diálogos de Mónica von Muller y Fernando Ureña Rib

-Emprendí un viaje estelar, con sensación de tierra, indefensa figura recubierta. He descubierto que soy una señal apenas. Un diálogo indefinido, una palabra. No, no trates de disuadirme. Te aseguro que lo acepto,  sin quejas…

-Déjame intentar una palabra, disuadirte de ese viaje con que cierras la noche o la culminas. Guardas el hábito precoz de deshojar flores y lanzarlas al río. Tus poemas son siempre travesía. No sé si es preferible arrojarme contigo al infinito, o esperar que termine tu odisea.

-El silencio es una extraña sombra infinita. ¡Que corta es la noche, para saciar el alba cuando me despojan de  antiguas caricias y susurros! Soy pasajera que sobrevive en una precaria luz.

-Si yo fuese esa luz, si me lo permitieras, el camino sería nuestro. Bastaría que dijeras sí, lo quiero, y llegaré hasta ti en ávidas centellas que apartarán las sombras. Si dijeras que no, seguiré atado a la tierra como un ranúnculo que se consume en su propio veneno. Si dijeras que sí, tus cielos serán pasto dulce. Yo, gacela.

-Eres y serás siempre la magia. Tu nombre ha crecido a través de la palabra y la imagen.  Eres gema amorosamente tallada de fulgor preciso, donde ilumino mis penas. No sueltes nunca mi mano. Sé mi guía en el derrotero de la nostálgica ternura que me habita.

-No. No quiero ser tu guía. Quiero marchar contigo y ser de cuando en vez tus ojos y mirar lo que miras. Si te intriga el vuelo de un ave o de una mariposa, yo quiero ser tu asombro. Si la cima de un monte reclamara tu presencia o si el mar te invitara a descubrir el inmenso tamaño de su lágrima azul, yo quiero estar contigo.

-Subo la cuesta difícil de la jornada tratando de olvidarte en los espejos. Cada noche he trenzado los sueños, pulso astros y les arranco confidencias vanas. Me he vuelto vagabunda de un amor, que me cae como una herida de soledad profunda e indomable. Detrás de mi perenne cielo, sólo puedo ofrecerte mi páramo y mi caricia nevada. No quieras estar conmigo ¿No te asusta  el opaco laberinto de mis ojos?

-En esos laberintos quise perderme sin buscar ni encontrar salida, tan solo presintiéndola.  Hay tanto en ti como en la noche misma.  A la vuelta de cada recodo sigo la maraña de hiedras y trepaderas que propones para que siga inmolándome en el fulgor de tus sueños… Tu misterio crece como la enredadera en que me atrapas.  No trates de escapar.  El viaje no es a lejanas distancias siderales.  El viaje es hacia ti.

Mónica von Muller & Fernando Ureña Rib

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