Las fiestas y celebraciones, planificadas para el día penúltimo del mundo han sido suspendidas


Fernando Ureña Rib






Cuento














Advertencias del fin del mundo

Fernando Ureña Rib

Lamento comunicarles que las fiestas y celebraciones, planificadas para el día penúltimo del mundo han sido suspendidas.

Hoy, el Tribunal Supremo ha anunciado la ley seca y el expendio y consumo de bebidas alcohólicas estarán prohibidos. El mismo edicto proclama que ese será un día de recogimiento y meditación y que el silencio solo será interrumpido por el doblar de las campanas.

Al preguntarles sobre las exenciones a esa ley se me ordenó informarles que solo se permitirá el alcohol en los cruceros de gran calado, capitaneados por el eximio Francesco Schettino, como era de esperarse, quien los engalanará y los preparará para su hundimiento oceánico en ceremonias protocolares en las que no faltará el champagne, el caviar ni los fuegos de artificio.

El día del fin del mundo los terremotos y tsunamis acaecerán a intervalos regulares. Las torres más altas caerán primero. A medio día del sábado, sin embargo, habrá una pausa de dos horas para el almuerzo y la siesta papal, que será seguida de terribles huracanes y tifones. Los religiosos cristianos o paganos que no hayan logrado conciliar sus diferencias, ni pagar sus impuestos, serán destruidos.

Se nos advirtió que el paraíso no acontecerá de inmediato. Los procesos burocráticos de registros y genealogías podrían tardar años y hasta siglos. Durante este tiempo la exigua humanidad permanecerá en la tibia nebulosa del limbo. Esto es una especie de spa, donde los inquilinos en tránsito recibirán masajes, abluciones y ejecicios de meditación para su purificación física y espiritual hasta que todos hayamos alcanzado la corona inmarcesible de la gloria y de la beatificación divina.

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