Dos poemas sublimes de la escritora dominicana

Leibi Ng






















Leibi Ng

Nota de Clodomiro Moquete. La mañana de hoy amaneció con un excelente poema que la exquisita escritora Leibi Ng colocó en su «muro» de Facebook. El poema está aquí. Hemos decidido publicarlo sin el permiso de nuestra amiga. Ojalá que ella pueda perdonar esta osadía. El país asiste a un vuelco inusitado de parte importante de la intelectualidad dominicana en las llamadas redes sociales, particularmente en Facebook. Una escritora tan importante como Leibi Ng expone su producción artística en esa red. En la ocasión en que personalidades de la vida nacional apoyaron ardorosamente la marcha al Palacio Nacional en demanda de rechazar permisos que dañarían Loma de Miranda, excelentes artistas volcaron su creación y sus talentos en Facebook. Una de esas artistas fue Leibi Ng. Teníamos pendiente publicar en la Agenda Cultural el brillante, sublime poema que en la ocasión ella dio a conocer. Ahora que ofrecemos su poema de hoy, «Cronos», también colocamos aquí mismo su poema Miranda, que fue elogiado ardorosamente por nosotros. 

En la ocasión en que publicó su poema Miranda, en su «muro» de Facebook, emití la siguiente nota: La inmensidad de la cultura artística de nuestro país está expresada con muy diversos poemas, en las últimas semanas, a Loma de Miranda. Si faltaba un muro ante la amenaza aquí está elevada la pluma de Leibi Ng. Este iluminado poema quedará señalado en la historia de la literatura dominicana. Aquí es cuando y donde la poesía dice para lo que existe. Para su dignidad. Aquí están sus poemas.
Clomo


Cronos

Avanzo todo el día persiguiendo al sol;
de noche a la luna. Agotada,
no sé si mi cuerpo es mío o yo soy suya.
No ando detrás de la Ilusión.
Que nadie se equivoque.
Ni un solo instante dejé que la Utopía
se instalara en mí.

La hiperconsciencia cansa.

Esta unión celular que me acompaña,
rítmica y pausada como latido eterno impide mi descanso.
Sólo yo soy responsable de mi destino.
Por eso, mientras avanzo
bendigo el paisaje que abandono
y convierto las desgracias en poesía.

En más de una ocasión mi espejismo se llenó de Oasis,
mas distinguí la luz entre los charcos de azogue
y continué mi camino hacia el Este.

Mis deslumbrados ojos ansían más que nadie la iluminación.
Pero no con fórmulas que otros me impongan.
Desconfío de cualquier mandato.
Camino libre despreciando el oro
pues su contacto evapora mi alma.
Me castigo por vivir en donde no nací ni fui engendrada.

Si crees que busco la verdad, estás en lo cierto.
La auténtica oposición a la mentira.
La dolorosa, audaz, franca y desinhibida
lengua de franqueza que golpea insistente cada lienzo en blanco.

¿Sientes la música?
Está en cada contorno de mis cosas.
En cada pincelada, coloreo, difumino, resalto...
en cualquier punto está la melodía brillante
que incesante bulle por mi sistema.

¡Ah! ¿Cómo ceñirse al angosto entorno de mis limitaciones? Imposible encerrarme en la apariencia torpe.
Lo mío es avanzar.
Avanzar siempre sin lastres
como nave en mar en calma.

Dejé de preocuparme por denominaciones.
Aunque me digan "mágica".
"Ilusión" o "Quimera", yo sé quién soy.

Ahora llueve.
Ocupo mi mente mientras avanzo.
Pienso en el frío que condensa el vapor de las nubes
para que estallen en millones de gotas
incapaces de resistir la gravitación.
Pienso en la velocidad,
primero progresiva y después constante
del agua que cae.
Pienso en la resistencia que ofrece el aire
enfrentado a la fuerza de la gravedad...
Pienso que mientras más grande es la gota,
más rápidamente cae precipitada.

Prosigo.
No busco lo magnífico ni lo insignificante.
Amo la luz.
Soy peregrina de vida en vida.
Me busco a mí.

En el trayecto he transformado el trazo desanimado de mi generación a fuerza de palabra y llanto.

De nuevo calienta el sol y yo sigo sus huellas.
No me toca descanso.
Cada paso progresivo es un plan para llegar al centro:
método, iniciativa, compasión, fraternidad, cercanía,
vencer con humildad, reconocer las barreras internas...
Yo no puedo fallar.
Mi nombre es Hora.
Soy la hija del Tiempo.


Miranda

Ella tiene el vestido forrado de esmeraldas
sus pendientes son nubes frescas y perfumadas
de su falda diamantes reflejan cristalinos
el brillo de las aguas, las flores y los trinos.

Ella, aún bajo lluvia desprecia las sombrillas
porque la lluvia lava el verde que le agrada
de mármol puro y liso se revisten sus piernas
y aún sentada emana su majestad, la calma

Miranda no anda sola, como toda una dama
se acompaña de amigas que la cuidan y alaban
las nubes juguetean a taparle la cara

pero ella las despeja, así sin decir nada.
Yo quisiera, Miranda, dormirme entre tus ramas
y evitar que un mal viento te levante la falda

que jamás una lanza taladre tu cintura
que nunca te perforen por ferro ni por níquel.
Eres tan bella así, tan elegante y alta

que yo no entiendo a esos mineros de las sombras
cuando tú sola mandas a recorrer los valles
siempre con el tesoro que hay en tus aguas mansas

© Leibi Ng.

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